15.6.14

La Ola





Si la oposición fuera gobierno, quizás el Poder Judicial no estuviera tan corrompido. Si la oposición fuera gobierno, el CNE podría ser imparcial. Si la oposición fuera gobierno, muchos estudiantes estuviesen en sus casas, y no en las cárceles venezolanas.

Sin embargo la oposición no es gobierno, y el Poder Judicial está corrompido, el CNE no es imparcial, y los estudiantes duermen hoy en las cárceles bolivarianas, llenas de patria y barrigas vacías, y no en sus casas con sus familias.

Desde hace rato nos metimos en un juego de ajedrez sin tener claridad del contrincante ni del reglamento, en este juego llevamos desventaja, tenemos puros peones mientras el señor de la berruga, y ahora el del bigote, tienen puros alfiles, caballos y reinas. Y desde el principio ha sido así.

No lo llegué a percibir sino hasta el 14 de abril del 2013 cuando por fin la música la puso la oposición, y fue el oficialismo quien bailó a nuestro son. Desde ese momento comprendí que podíamos darle la vuelta al panorama.

Pero volvimos al principio, estamos caminando en círculos, todas las situaciones que se nos presentan son un arma de doble filo. Es por esto que el pasado 25 de mayo, en las elecciones de San Diego y San Cristóbal, se nos presentó una diatriba que no podíamos tomar a la ligera.

En el primer escenario no enviábamos candidatos para las elecciones, el oficialismo sí, y como resultado perderíamos dos alcaldías estratégicas a nivel nacional, un pequeño de javû del 2006 en las elecciones parlamentarias. En el segundo escenario, el cual asumimos, participamos en las elecciones, y a pesar de haber ganado ambas alcaldías, legitimamos un CNE corrupto e ineficiente, y unas elecciones viciadas de nulidad desde el principio.

Es evidente que estamos bailando con la música que coloca el régimen, muy probablemente Alí Primera, o Silvio Rodríguez, en vez de tomar una actitud ofensiva, meramente respondemos a los problemas que nos van llegando, no terminamos de observar toda la situación en conjunto.

Quizá nuestro problema como venezolanos es que preferimos olvidarnos de los problemas que nos aquejan, esperar a que otro tome acción por nosotros para luego seguirle, o a veces asumimos que como “ya somos opositores” no tenemos que salir a la calle a demostrarle nada a nadie, pero en realidad sí tenemos que demostrarle algo a alguien, tenemos que demostrarnos a nosotros mismos que nos importa nuestro futuro, nuestro país, nuestros vecinos. Nos hemos insensibilizado al punto que el país se está cayendo a pedazos, pero mientras no nos muerda a nosotros, nos quedamos callados.

No obstante, perro callado, muerde dos veces. La sociedad venezolana ha resistido mucho, pero la liga no estira tanto, y podría estallar pronto de nuevo. Los meses en los que el venezolano estuvo en la calle, recuperamos una memoria que parecía extinta, pero solo estaba olvidada. El ciudadano de a pie percibe la injusticia, la desigualdad y la inseguridad, y no le gusta. Sin embargo, ese venezolano no sabe canalizar sus frustraciones, y requiere de su hermano compatriota para entender el malestar que siente.

La situación actual nos exige que seamos un poco más críticos con nosotros mismos y con la realidad en la cual nos encontramos. Aprender de nuestros errores pasados, y no volverlos a cometer. No ignorar al vecino, al de al lado, sus problemas son exactamente igual a los nuestros, su sufrimiento es nuestro sufrimiento.

No sabemos exactamente qué tenemos que hacer, pero sí sabemos cómo hacerlo. Sí jugamos con las mismas reglas del régimen, como ese glorioso 14 de abril, en el cual estoy segura ganamos las elecciones presidenciales, podemos recuperar la Venezuela donde los hermanos Faddoul, Karen Berendique, Franklin Brito y Mónica Spear estuviesen en este momento compartiendo con sus familias. Es hora de comenzar la segunda fase de la protesta. La reconquista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario