2.9.12

Prohibido pisar el césped y la dignidad.


I


No sabía lo intenso que podía ser esto, a pesar de que me lo advirtieron sopotocientas veces, una vocesita dentro de mí lo gritaba a oscuras, y supongo que entonces, soy culpable de todos los cargos en mi contra.

Sé que estaba buscando una aventura, y que nunca había hecho algo más arriesgado que ir en un carro por Caracas a las 3 de la mañana, un poco ebria, con un pocotón de gente que acababa de conocer y unas amigas de Maracaibo, pero esto es mucho más fuerte de lo que yo esperaba, tengo miedo por mi vida, porque no me ha dejado de gustar esto, y por algún extraño motivo, sigo aquí.





II


Tengo muchos días ya cansada, del tráfico, de (no) estudiar, de pararme temprano (y llegar tarde), de vivir como si pudiera con todo. No sé como explicarme, algo así como un intento (en vano, creo) de demostrarle a todo el mundo, y a mí misma, que sí puedo con esta carga, y que soy una chica súperpoderosa, que puedo salir bien en la universidad, puedo tener novio, estar bien con mi familia y amigos, salir todos los fines de semana, incluso en la semana, y que la vida sigue… que aunque me rompan el corazón, la vida sigue.

Pensé que eran tonterías, pensé que sólo estaba en mi cabeza, que ése sentimiento de grandeza se debía a un ego muy grande, y a un talento innato de manipular persuadir a las personas de que yo no estoy mal, los demás sí.

Supongo que todo mi Yo tiene que ver con un poco de labia heredada, saber utilizar las palabras, o mejor dicho, saber acomodarlas en la frase. De vez en cuando me siento culpable cuando lo hago, porque sé que lo estoy haciendo para quedar bien con todos, incluso conmigo, pero ya está bueno ya de tanta guachafita, por eso decidí aventurarme, decidí que ya era suficiente de los cuentecitos y de vivir la vida cómodamente, sin pensar, sólo dejándome llevar. Sin embargo, lo que no me esperaba, era que me gustara tanto esto, de pana que lo hice un poquito de atrevida, y como dicen en Colombia… el riesgo era que me quisiera quedar… y me quiero quedar.






III


Entendí entonces que era hora de hacer las maletas, de besar la vida porque quién sabe qué, y que ahora, como están las cosas, mañana me pueden volar el coco con una metralleta.

El país no está para estar de risitas, la cosa está dura por allá en la calle, no se consigue la comida, la ropa, las medicinas. El presidente encadenado hablando paja, y una tensión inevitable por las próximas elecciones de octubre. Inundaciones por aquí y por allá. Cortes de luz a lo largo y ancho del país. No hay agua, no hay pan. No hay dinero, no hay divisas. Que si los pasajes de avión carísimos, no hay carros, no hay repuestos, no hay gallinas para cocinar, todas las gallinas se fueron a gobernar.

La vaina está tan arrecha que ni buenos hombres se consiguen, de esos que tienen un poco de la vieja escuela. Aquellos idealistas revolucionarios, con intenciones de cambiar el mundo, de vivir en paz, de vivir en amor y fraternidad y calma. Todos ahora andan con el toqueteo, la risita, y la moda, cambiaron el papel con las jevas, se la pasan viéndose en un espejo, que si la ropa, la vaina, la huevonada, y aja, bueno, yo se que yo me iría demasiado, pero ese es un iría que nunca se va, nunca se da. Por eso decidí que era hora de empacar, tomarme un red-bull, y arrancar, sólo que no sabía que no habría vuelta atrás.





IV


Me fui encontrando gente en el camino, de distintos tipos, distintas clases y colores, e intenté tomar lo mejor de cada una. Modestia aparte que usualmente tengo un buen ojo para seleccionar amigos, adquisiciones y culitos. Creo que tengo un talento innato para saber con quién juntarme y con quién no, y en qué momento, me tripeo tanto a los buenos como a los malos, pero estoy siempre pendiente.

En fin, el punto es que saqué lo mejor que pude de todos los grupos, que si de los sifrinitos caraqueños, y los alternativos pueblerinos, desde los malandros hasta los cerebritos, un poco de cada cosa, fui probando cada sabor, y me fui enamorando de mí misma a medida que iba pasando el tiempo. Ya les dije que tengo el ego inflado, ya irán viendo qué tanto.

Conocí muchas personas, de todos lados, desde la Caracas del Este del Este, hasta de Guayana y Bolívar, uno que otro comegato, algunos pavitos que tal, otros rock and roll que si Trash y The Clash. Pero usualmente los que más me gustaron fueron los letrados, los cultos, los que sabían la diferencia entre una Utopía y una Distopía, entre un Bernard Marx y un Helmholtz Watson.

Los que entendían que El Mundo de Sofía era una recopilación mínima de ciertas cosas básicas que debe saber el Ser Humano.

Aunque también me dí cuenta que muchas de esas personas son demasiado soberbias, como yo, que a veces pueden llegar a ser muy pedantes e insoportables, con la nariz pa’rriba creyéndose los Aristóteles de la era moderna, entonces de nuevo caí con aquellos que quizá no saben tanto, pero que tienen un corazón muy grande.

En otro tono de ideas, fui y vine como quise, pero nunca presentí que vendría este asunto, que estaría aquí sentada hoy para revelarles El Secreto, pero ya va, primero lo primero, no les puedo contar el final sin que sepan un poco del principio. Deben saber que nunca me imaginé lo grande que sería esto, y lo poco que sabía, y aún, lo poco que sé, pero que se me hace agua la boca de saber más, necesito saciar las ganas de conocer lo demás.






V


Vamos desde el principio, para entender el medio y el final. Todo comienza con que fui hija única, y nunca me parecí a los demás, todos eran muy iguales, mismas familias, todas conectadas, entrelazadas, divorciadas e infieles, todos y que súper católicos, súper mentirosos, y súper bonitos. Acaudalados, buenmozos e inteligentes (pero ojo, ser inteligente para la sociedad significa saber lo que la sociedad quiere que sepas, no lo que de verdad necesitas saber, eso te lo enseña la vida). Luego retomaré este punto, pero la situación radica en que no me parecía a nadie y tampoco quería hacerlo, así que busqué otros inconformes en la sociedad, otros Bernard Marx por así decirlo, y los fui encontrado, y me fui sintiendo mejor, me fui aceptando y queriendo más… Pero creo que eso de buscar a otros pares ya se los había comentado un poco más atrás.

Es que aja, al principio uno no sabe que es diferente, uno simplemente no se siente cómodo que si con el reggaetón, con el Cacique, con ir a rumbear que si a Roller, a Le Club, o a Stigma. Que si ponerse la faldita súper corta, y con las tetas al aire pero no tanto, que si Louis Vuitton, la Longchamp, el Chan Chan o el Pioggia, que si hacerme las lolas, ir a Magenta y a Miami… que si esto que si lo otro, que si el dinero, los viajes, la salidas, los novios, la moda, las drogas, los lentes, la ropa, los libros de moda, pero uno no entiende todavía qué es lo que está mal, si soy yo, o si serán los demás…

Y es que… ¿cómo podrían ser los demás, si de hecho… son más?, pero cuando al fin lo descubre, que no es uno, que sí son los otros, es como si te iluminara la Rosa de Guadalupe, la Virgen María, Allah, Buddah, o cualquier deidad en la que se crea, simplemente entiendes que hay otra vía, que no es una sola, que hay un camino distinto al que conociste desde siempre, que hay más opciones, y que no siempre el camino por el que va la mayoría, es el único, bueno y verdadero.

Hay momentos en que la mayoría se equivoca, sino pregúntenle al pueblo alemán con Hitler, al cubano con Fidel, o al venezolano con Chavez.





VI


He aprendido también que no hay una respuesta única o verdadera para las preguntas, siempre hay mil respuestas, que pueden ser mitad ciertas y mitad falsas, que puedes agarrar un poquito de todo, de lo que más te guste, y hacerlo, y que no todo ha sido ya inventado, pero lo que sí, puede llevarte a cosas infinitas, cosas maravillosas, si así lo quieres.

No siempre es bueno hacerse expectativas con respecto a algo, porque las cosas pueden ir peor que mal, o mejor que bien, pero sí es bueno hacerse un mapa mental, un planteamiento de hacia dónde se quiere ir, cuales son nuestros principios, y si no los tenemos, tenemos que ir buscando, no está mal copiarse de los principios de los demás, ni que tuvieran derechos de autor, lo que no está bien es quedarse siempre con los mismos principios… así forever. Las personas vamos cambiando, y por ende, si cambiamos el destino, tenemos que cambiar la ruta y la táctica. No tiene que ser un giro de 360 grados, o puede que sí, pero siempre teniendo un Norte, y establecer nuestro Sur, Oeste y Este.





VII


Me he ido enamorado de la vida, y a veces siento que tengo un corazón muy grande y no siempre veo reciprocidad en el asunto, incluso hay momentos en que estoy harta de las cosas, y quiero pegarle un tiro en la cabeza a todo el mundo, poner una bomba nuclear, e irme a la luna y activarla. Pero aja, todos tenemos nuestros malos días. El asunto es tomar lo bueno de esos malos días, aprender de ellos, y mejorar como seres humanos. Siempre, siempre siempre siempre, hay una salida para todo.





VIII


A veces pienso que sería más facil no saber de la vida, no saber de las cosas, estar pendiente de nada. Bien han dicho ántes que la ignorancia es el opio de los pueblos, y es totalmente cierto. La vida es más fácil cuando se vive sin vivir, pero es mucho más colorido con altibajos, conocer un poquito de cada cosa, saber que el mundo es mucho más inmenso de lo que creemos. Que la tierra no es una bolita de cristal, y que entre tantos Dioses, cuentos, colores, sabores, entre tantas historias y tragedias, sí hay un pequeño espacio reservado para nosotros en la humanidad. Que podemos aportar un pequeño granito de arena para que todos vivamos mejor.

Pero que sea mejor no quiere decir que sea más fácil, hay que hecharle muchas bolas, mucho sudor y lágrimas. Pero a que prefieren eso a que vivir incípidamente… Yo también, para eso estamos aquí.





IX


Supongo que sigo aquí, en este mood, con este state of mind, porque me gusta no ser igual a los demás, porque me gusta que me lo reconozcan, y que me lo digan.

Me gusta que cuando las personas hablan de un libro, de un hecho, de una noticia, yo sepa de qué están hablando, porque lo leí, lo oí o lo ví. Me gusta creer que aunque no soy la persona con la mente más abierta, porque al igual que todos, soy un ser humano con defectos que tiende a juzgar los defectos de los otros, todavía estoy en el camino para intentar aceptarlos.

Sé que no estoy cerca, que me falta mucho camino por recorrer, y todavía no sé como es estar allá, en la cima, pero dicen que es muy hermoso, y siento muy por dentro que es mejor de lo que cuentan, pero en realidad estoy disfrutando el camino, y si creo que voy muy rápido, busco un árbol y me siento, busco un libro y me pierdo.

De todas maneras no hay una hora determinada para llegar a la meta, y prefiero ir a mi propio paso, ya veremos como resulta esto, solo espero no perderme del ocaso.

Otra limonada.

No has regado las matas, y se me ha ido olvidando tu rostro.

Pensé que era mi culpa, por haberte dejado solo. Pensé que se solucionaría todo... Pero nada fue como yo esperaba, y me fui un tiempo para olvidar que tanto te amaba.

Pensé en escribirte muchas veces, pero me mordía los labios para olvidarme de que fuiste para mí la sonrisa más grande, la excusa inolvidable, la mariposa MÁS GIGANTE, que por mi estómago habría pasado.

No has regado las matas, y tus ojos se sienten muy lejanos, ya no recuerdo tus manos, y tampoco el color de tu pelo.

Yo sé que ya es muy tarde, y que ya no queda nada... pero quiero saber que ha sido de tí, si te decidiste con esa cosa por fin, si al fin eres feliz... Que ya no queda nada, pero lo recuerdo todo, no tus ojos, ni tu pelo, pero recuerdo lo que me hacías sentir. El miedo que contigo viví. Esa sensación de arriesgada, de no pensar en nada, tan sólo pensar en tí.

Y voy y me repito quinientas veces frente al espejo que ya es muy tarde para seguir con esta güevonada, que ya no queda nada, pero no quiero creer que fue así, que todo se terminó aquí.

No has regado las matas, y se me olvidó el sabor de tus labios, tus manos por mi cuerpo, tu sonrisa pícara de que estás adentro, y tu barba hermosa recostada encima de mi ombligo, tapándolo del frío, mientras me miras intensamente.

No has cortado el pasto, y la casa se ha ido inundando de tan malas cosas, de cosas que jamás pensé de tí. Mis memorias ya no recuerdan tu cara, no recuerdan tus dedos, no recuerdan tu ropa, y se han ido borrando los -te quiero-, que algún día sentí por tí.

Pasan los días y cada vez te siento más distante, primero pensé que tenías una amante, luego entendí que siempre fuiste así. Pasan los días y ya no me da miedo enfrentarte, decirte que qué coño te pasa, que si he perdido mi tiempo aquí.

Y es que tú lo eras todo para mí.

Sé que ya no es tiempo para rosas rojas, que ya no hay un nosotros, no hay un ahora, que todo lo que pensaba de tí, y de mí, fue mentira, no puedo hablar de que "había", porque no hubo y nunca habrá. Sé ahora que todas las cosas en las que creímos no fueron así, que estabas decidido en dejarme a mí por algo que ni te importa.

Ahora sé que no le diste importancia a la relación, a nuestra situación.

Pero lo que no me deja de dar vueltas por la cabeza es que nunca regaste las plantas, no cortaste el pasto, y jamás compraste la cerca.