14.12.12

algún día encontrarás un corazón a la altura de tu inocencia

No te quería encontrar, pero ahí estabas de pie, como galáxico, observando las almas pasar, con tu mente perdida como siempre, y como si leyeras mis pensamientos, volteaste hacia donde ella estaba parada, justo lo que nunca quise, pero antes de poner en marcha tu cerebro, reaccionando ante mis instintos, me perdí entre la audiencia, para no observar el trágico evento que me sospechaba, su nueva adquisición besándole la vida como devorándose a un animal, sediento, pidiéndole más.

Y entre tantos cigarros, peos y tragos, una vez más contradiciendo mis deseos, te acercaste, para desquitarte de ella, conmigo. Yo que nunca quise ser tu joyita, que me exhibieras en un público reactivo como juguete nuevo, te ignoré por el bien de la patria, para salvarnos la poca dignidad que nos dejaste después de una obra tan absurda como tú agarrando mi mano y yo creyéndome tu mirada (tan enamorada).
 
Te rechacé contra todos los impulsos de mi cuerpo, de mi historia de amor de adolescente retirada. Te miré como quien está cansado de tanto bochorno, de tanto trabajo de obrero construyendo un muro emocional para salvarme de lo que sorprendentemente harías luego, sonreirme y entender que ya no te quiero más para un rato, que te necesito para mi vida entera. Que ya no soy una niña jugando al lobo en el bosque, que no soy la caperucita buscando refugio.

Y sin embargo se me fue el mundo, porque esto es solo un deseo reprimido, que tú no estas conmigo, y yo ya no pido nada.

Te quedaste parado, alelado, siguiendo el paso de los transeúntes, evitando soportar la rabia de verla con su nuevo juguete, y de no verme a mí para cuando tengas hambre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario