31.3.16

I (re)live you a hundred times a day

La soledad se adueña de la habitación, en mi más profunda desesperación de recordar(te) y entender por qué no estás aquí, adueñándote de mí. Cierro los ojos y te siento respirar, escucho tu voz susurrando cualquier chiste interno que me pone en la penosa situación de querer robarte un beso, pero frustro cualquier intento porque no es el momento. 

¡Detente! grito en mi mente. Necesito respirar. Busco desesperadamente la soledad, aunque esté en compañía, necesito no pensar. Me sostengo de una frase, “al final sí lo lograste”, y recuerdo que no estás, que esta ansiedad es imaginaria, y te veo marchar sin un vuelta atrás, sin un “Merlina, espera, no te vayas más”. 

De nuevo en la oscuridad, me someto al infierno más profundo de mi ser, intentando recapacitar. ¿Qué será? ¿Por qué tú, después de todo este tiempo, y no alguien más? Debo reconsiderar toda la situación, pero mientras se consume el cigarro, también se mantiene el adiós no escrito, el de tus pies marchando, y los míos fríos. 

Qué inesperado, qué poco calculado. Debo despertar, qué desesperante todos estos escenarios en mi cabeza, y seguir sin actuar. 

No sé cómo, pero te encontraré, por ti me lanzaré al agua.

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